Luis Salazar
Recopilación: Dorys Rueda
Otavalo, octubre, 2021
 

 

Estimados lectores, les contaré una anécdota de la travesía del Lago San Pablo

Tuve la oportunidad de participar en dos ocasiones en esta competencia, en 1968 y en 1969. En ambas fechas, salí tercero. Luego de estos dos duelos, me distancié por casi 10 años de todo lo que tenía que ver con la travesía.

Volví a conectarme con ella en los tiempos de peña, en la antigua cárcel de Otavalo, cuando Juan Ruales tuvo el acierto de convertir la prisión, que estaba abandonada, en una de las mejores peñas, no solo del Ecuador, sino de Latinoamérica.

En una noche de peña, en plenas Fiestas del Yamor, me contactó mi entrenador Isauro Puente Dávila, quien me dijo: “Unos amigos buscan a una persona para que les guíe en la travesía, me gustaría que fuera usted”.  Acepté encantado la propuesta y me comprometí con ellos, solo por el hecho de que mi entrenador me lo había pedido. Así fue cómo volví a involucrarme en la travesía.

Como ustedes deben recordar, el ambiente de la Peña del Yamor atrapaba a todo otavaleño y yo no fui la excepción. Dieron las cinco de la mañana y todavía estaba en ese lugar, sin haber entrado en casa.  Así que, con la misma viada me fui al Lago San Pablo, porque la partida era a las siete de la mañana. Hora en que se llevaba a cabo la travesía, porque no había viento y sin viento la laguna era un espejo.

José María Chiavassa, nadador argentino, era el gran conocedor la travesía. Fue entrenador de Isauro Puente Dávila, cuando este era estudiante de medicina.  A Chiavassa le encantaba la competencia y colaboraba con plata y persona, comprando lo que se necesitaba para la travesía, incluyendo la embarcación con motor. En ese tiempo, don Raúl Pinto era presidente de la Liga.

Otro año, Marcelo Puente Caicedo, cuando era presidente de la Liga, me dijo: “Oye Lucho, tú conoces el asunto de la travesía, a ver si nos das una mano”. Acepté gustoso y después de hacer un ejercicio mental, estrujando mi cerebro, salió el primer reglamento. Marcelo, en tanto, gestionaba el financiamiento con Isidro Romero que al final resultó exitoso. Por primera vez, teníamos chompas lindísimas, blanco con turquesa. En la espalda estaba grabado el nombre del producto: “Avena Quaker”, junto al logo de la travesía. ¡Una maravilla!

Más adelante, volví a involucrarme en la competencia, cuando trabajaba para el Municipio. Resulta que el presidente de la Liga de ese entonces dejó la organización de la travesía, porque el Municipio no le daba el dinero. El señor alcalde me llamó y me preguntó si podía organizarla. Yo le dije que sí.  Me especificó que solo había seis mil dólares para el evento. Yo le contesté que lo importante era financiar lo mínimo indispensable, como la contratación de botes y demás.

En suma, he estado involucrado en esta actividad deportiva desde 1968 y he organizado la travesía, a veces solo y a veces, en compañía. He sido de todo: nadador activo, dirigente, padre de familia, comunicador en representación de la Radio Mass y metiche. Es decir, metido en la competencia sin que nadie me haya llamado.

¡No hay cosa más linda que la travesía!

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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