Vivíamos en una burbuja desde los mitos:
Ecuador "isla de paz" y Quito "la franciscana".
Encerrados así, no quisimos entender
que las graves heridas sociales se vendrían
contra nosotros
Estimada lectora, estimado lector:
Está costándonos nuestra miopía nacional. Lo que no fuimos capaces de ver que se venía, ya está aquí.
Nunca entendimos que, ante nuestros ojos indiferentes, venía creciendo la descomposición política, social y corrupta que, desde hace décadas, permea todas las capas del país, las públicas y las privadas, los sectores urbanos y rurales, las clases sociales, las instituciones de control, el poder político.
¿En serio no vimos el surgimiento de nuevos millonarios, la construcción de colosales edificios que permanecen vacíos, la aparición de extrañas mujeres perfeccionadas hasta la caricatura por las cirugías estéticas, el paso por nuestras calles de lujosos y arrogantes autos de alta gama?
No cabe señalar con el dedo a nadie que no seamos nosotros mismos. Todo lo que nos pasa es culpa de una actitud pasiva, resignada e indiferente. Dejamos que hagan lo que les diera la gana con el país.
¿No fuimos capaces de ver que la pobreza en el campo, la migración a las grandes ciudades y la ninguna esperanza que el país da a los jóvenes acabaría por ser el germen de un ejército de sicarios en manos del narcotráfico?
Bienvenidos a la aventura de leer. Aunque, esta vez, a la aventura de leer la tragedia que nos mata.
Rubén Darío Buitrón
Director de NOTIMERCIO