Por: José M. Chávez M.

 

Había una vez un mayordomo en una hacienda, éste salía todas la noches a vigilar a los ganados en el corral, una noche había salido a las doce de la noche, cuando en eso escuchó que lavaban ropa, entonces se acercó a una vertiente y vio que una mujer estaba lavando ropa, el mayordomo le lanzó piedritas, pero la mujer no hizo caso de esto, luego salió del agua y recogió toda su ropa lavada; el mayordomo se montó en el caballo y se alejó del lugar; durante el camino el hombre empezó a sentir miedo y regresó a mirar atrás y vio que una sombra le estaba siguiendo, el mayordomo muy asustado le apresuró al caballo pero se había perdido en el camino, luego de un rato llegó a un pueblo que se llamaba Imantag, el hombre se encontraba muy desesperado, él quiso encontrar varias personas pero solo se encontró con un hombre, este hombre le dice: “¿A dónde va señor, qué le pasa?”, entonces el mayordomo le empezó a contar todo lo que pasó, el buen hombre le dice: “Ese debe haber sido el diablo de la vertiente que le dicen Tajsha aya”, luego el mayordomo le preguntó que qué podía hacer, el buen hombre le dijo lo siguiente: “Tiene que ir a poner una vela en todas las iglesias y rezar”, el hombre lo obedeció y fue a todas las iglesias a poner velas y rezar, mientras la sombra le perseguía todas partes, el hombre pedía a Dios que le perdone por haber tirado aquellas piedras al río . Cuando llegó a la iglesia de Cotacachi la sombra se acercaba más y más, entonces el hombre entró rápidamente; dentro de la iglesia se quedó largo rato, tenía miedo de salir pero tenía que hacerlo porque tenía que regresar a la casa. Cuando salió de la iglesia la sombra le empezó a seguir, el hombre llegó a Otavalo, cuando llegó a la iglesia de San Luis el hombre se puso a llorar muy angustiado, era un día sábado, entonces  el sacristán le preguntó: ”¿Qué te pasa, por qué lloras?”, el mayordomo le contó todo, entonces el sacristán como tenía experiencia en esto le dijo: “Hoy es sábado, vete a la plaza de donde venden los chanchos y métete en uno de ellos pero en la nariz”. El mayordomo fue a hacer lo que le dijo el sacristán, cuando llegó hasta donde estaban los chanchos se metió en la nariz de uno de ellos, después de dos horas el hombre salió de la nariz y miró que su caballo había desaparecido, como este hombre estaba sin ningún dinero no tenía cómo regresar a la casa, entonces se sacó el sombrero y empezó a pedir limosna, después de haber pedido limosna en Otavalo y Cotacachi regresó a la hacienda. El patrón le preguntó que por qué se había desaparecido durante dos días, el mayordomo empezó a contarle todo, luego se puso a llorar, entonces el patrón le dijo: “No debes molestar a nadie, yo solo te mandé a que miraras a los animales”, luego de esto el mayordomo nuevamente se dirigió hacia aquella vertiente y miró que su caballo había estado muerto y aquella sombra estaba ahí, entonces regresó muy a prisa a la hacienda y no volvió nunca más a ese lugar-

 

Imbabura Taita Parlan (Recopilación de la tradición oral indígena). Cuentos, leyendas,
supersticiones, sueños y creencias, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 1989.

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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