Por: Humberto Oña Villarreal y Ketty Ruales de Oña

 

Cuentan los viejos que hace muchos años, cerca del pueblo de la Concepción, vivía un hombre blanco y barbudo de ojos verdes y mirada penetrante. Todo su cuerpo estaba cubierto de un bello de color blanco. No hablaba español ni quechua. Había establecido su domicilio en un lugar muy distante del caserío de indios y allí vivía durante muchos años. Después de haber aprendido el idioma de ellos, pronto se hizo su amigo, llegando con el tiempo a llevar una vida inmersa en las costumbres indígenas. Cada día antes que el alba raye el horizonte, solía salir para donde cantaba. Al atardecer volvía  a su vivienda y conversaba con los indios. Debido a su amabilidad todos les respetaban. Una vez, cuando durante muchos días no se había presentado en sus chozas, los indios se extrañaron mucho y decidieron hacerle una visita en su vivienda solitaria. Después de haber caminado todo el día llegaron por fin a la tarde, y le encontraron gravemente enfermo y a punto de morir.

Se reunieron alrededor de su lecho para hablar con él, pero todos los esfuerzos fueron en vano porque ya había perdido el habla.

Avanzadas las horas de la noche rugió como un puma y después de repetir el rugido varias veces, murió.

A fin de descansar los indios se retiraron a una pequeña choza improvisada en un sitio no lejano. A la mañana siguiente querían dar sepultura al cadáver. A la madrugada, luego de haber tomado unos pilches de chicha, se trasladaron a la morada del difunto para enterrarle.

Estando de camino, de repente les dio miedo y se miraron unos a otros, pero sin atribuír mayor importancia a este incidente, siguieron el camino para cuanto antes enterrar al muerto y regresar a sus casas. En el momento en que todos iban  a entrar respetuosamente a la casa del difunto, retrocedieron sobresaltados. En el puesto en el que yacía el cadáver se encontraba un gran “PUMA BLANCO”.

Cada persona al morirse se transforma en un puma. Cuando un individuo muere, llega a ser un puma oscuro, porque nuestra piel es de este color. Un blanco, en cambio, se transforma en puma blanco después de su muerte. Al puma blanco hay que dejarle en paz, vive solitario y en lugares apartados como en tiempo de su vida. Si se encuentran con él, apártense; al oír su rugido, aléjense enseguida y déjenlo tranquilo para que no cause temor entre los indios.

Leyendas, Tradiciones, Relatos, Anécdotas, Variedades del Ecuador, 2004.

 

Portada:https://laderasur.com/fotografia/primer-registro-de-un-puma-con-leucismo-impacta-al-mundo/

 

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  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
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