Otavalo es cuna de grandes historias. Muchas de ellas han sido contadas y otras faltan por conocerse. En este caso, quisiera contarles la que le sucedió a mi papá hace muchos años.
Era costumbre, en Otavalo anunciar en la radio cuando una persona fallecía, mencionar la hora y la iglesia dónde sería el velatorio. Un día, mi papá estaba en su casa escuchando, como de costumbre, la radio y de repente, algo le llamó la atención: era el anuncio de la muerte de una amiga cercana a él. Cuando oyó el nombre, mi papá se quedó muy apenado y decidió ir a su velorio. Tomó nota del lugar y la hora, para así poder acompañar y despedirse de su amiga.
El velatorio era en la iglesia de San Luis. Cuando mi papá llegó, se sorprendió mucho al ver que en la entrada de la iglesia estaba una mujer vestida de negro. La reconoció enseguida, era esa amiga que en la radio anunciaron había muerto. Estaba acompañada de dos señoras que, de igual manera, vestían de negro y estaban una a cada lado de su amiga. Asombrado, pensó que tal vez había escuchado mal la noticia o se trataba de alguien que llevaba el mismo nombre. Inmediatamente, las tres señoras ingresaron a la iglesia y mi padre decidió acercarse a su amiga para saludarla, pero cuando entró, notó que no había más que unas cuantas personas sentadas junto al féretro. Buscó a su amiga, pero misteriosamente la mujer había desaparecido, junto a las dos mujeres que la acompañaban. Se acercó al altar y observó que, en efecto, a quien estaban velando era a su amiga, a la que había visto a la entrada del santuario. Había fallecido la noche anterior.
GHOSTS IN THE CHURCH
In Otavalo there are several stories, many of them have been told and others are yet to be known. In this case, I would like to tell you what happened to my dad many years ago. It was customary in Otavalo to announce on the radio when a person died, the time, and the church where the wake would take place.
One day, my dad was at home listening to the radio as he usually did; but something caught his attention while he was listening to the announcements. He learned that one of his closest friends passed away. When he heard the name, my dad was very sad. He quickly wrote the information and decided to attend the wake.
The wake was held at Saint Louis Church. When my dad arrived, he was very surprised to see a woman dressed in black at the entrance of the church. He recognized her immediately, it was the lady who was announced on the radio. She was accompanied by two ladies who, likewise, were dressed in black. They were sitting by each side of his friend. Astonished, he thought that perhaps he had misheard the news, or it was someone else with the same name. Immediately, the three ladies entered the church and my father followed them. When he entered, he noticed that there were only a few people sitting by the coffin. He looked for his friend, but mysteriously the woman had disappeared, along with the women who were with her. He approached the altar and observed that, indeed, who they were watching was his friend, whom he had seen at the entrance of the sanctuary. She had passed away the night before.