Leyendas y cuentos del cantón Jama

JUAN MARINO Y EL MAR

Fuente: Don Boni Cedeño

 

Hace mucho tiempo atrás un joven carpintero a Punta Ballena llegó, enamorándose de sus playas, locos por ellas se quedó.

Llegando hasta unas grandes rocas ahí se acostó, había visto una posada y hasta allí se dirigió.

-Mire mi señor, Juan Marino me llamo, construyendo barcos me gano la vida yo, si usted quiere un barco le hago, el más lindo y mejor. Deme madera, comida y alojamiento, y en poco tiempo el barco se lo construyo.

Viendo el posadero que el joven era osado y audaz le propuso un trato:

-Dos barcos haz de construir, uno para ti y otro para mí, de la madera no te debes preocupar, tengo muchos árboles y yo los mando a aserrar.

Así Juan Marino se puso a trabajar, hasta cierto día que deambulaba por el lugar, asustado se quedó cuando en una casa contempló a una hermosa mujer; acercándose Juan Marino enseguida le preguntó, si con ella él podía conversar, contestando la muchacha: Eso no puede ser, porque mi padre de nadie me deja ver, peor con un extranjero platicar.

Juan asustado miró que las puertas de la casa tenían candado y se dio por retirado.

Así Juan Marino de noche caminaba hasta la casa de la bella mujer, preguntándole su nombre, ella le dio a saber: Nereida me llamo, y así el amor en ese instante comenzó a florecer.

Cuando Juan iba a almorzar al posadero le fue a preguntar, ¿quién era el padre de tan bella mujer que vive en la casa cerca del muelle?

Sorprendido se quedó cuando se enteró que el padre de la muchacha era el más grande hacendado de la región y que a la hija la tenía castigada y en la casa encerrada, porque ella del mar estaba enamorada. Es que el padre de Nereida era un ricachón pero bien ignorantón.

Él no le permitía que ni del mar se enamorara, pero Juan Marino de noche hasta la casa de la chica llegaba.

Lo primero que de la chica le gustó es que Nereida se llamaba, su nombre con el mar lo comparaba y a partir de ese día ella con él conversaba.

Juan Marino con sus barcos avanzaba, al punto que ya los terminaba, la quilla del barco colocaba y el motor era lo que faltaba.

Pero cierto día, llegó el papá de la muchacha, colocando alrededor de la casa una gran cadena para que nadie pasara.

Preguntando el padre a Nereida, ¿a quién quieres más, a mí o al mar?

La muchacha como ya estaba enamorada de Juan Marino, enseguida le contestó:

-A ti te quiero papá, pero al mar lo quiero más-; eso contestaba para seguir castigada y así con Juan poder platicar.

Eso fue suficiente para que el padre se alejara del lugar.

Nadie se acercaba solo la señora que a Nereida alimentaba.

Mientras tanto Juan los barcos terminaba y los tiraba a la mar, y una proeza iría a realizar: robarse a Nereida y alejarse de El Matal.

Así rompiendo las cadenas y los candados a su amada se la robó, echándose a la mar con su barco zarpó, Juan Marino y Nereida hicieron fortuna muy lejos del lugar. Un gran barco y un negocio que mucho prosperó, acordándose siempre de Punta Ballena y de El Matal… pedazo de tierra y brazo de mar.

Pero el padre de la muchacha furioso estaba, que mandó una legión de hombres a buscarla, surcando todo el inmenso mar.

El barco del padre de la joven, muy lejos en un puerto ancló y a los novios los encontró.

Los hombres esperando al padre de la muchacha, un plan elaboraba: secuestrar a Juan Marino y a Nereida, embarcarlos y llevarlos de regreso a la casa, cosa que así lo hicieron.

Por otro lado, preocupados los empleados de Juan Marino estaban, porque a su jefe no lo encontraban.

A Juan Marino nadie lo buscó.

Mientras tanto en el barco del suegro los novios estaban de regreso. El padre de Nereida se portaba como un perverso. La hija explicaba a su padre que a Juan Marino ella amaba, que la casa y fortuna que tenían los dos a sus pies ella colocaba, pero que dejara libre a Juan, era lo que ella más deseaba.

Al padre de la muchacha, el dinero no le importaba, porque eso a él le sobraba, venganza de Juan Marino era lo que deseaba.

A media noche a Juan Marino en mitad del océano por la borda lanzaba, para que los peces con él acabaran.

Juan Marino nadaba y nadaba, que las fuerzas ya se le acababan, hasta la ropa que argaba ya no estaba, quedando desnudo en medio de la nada y, en esa nada, una voz escuchó, era el mar que escuchando los ruegos de Nereida en su ayuda llegaba.

-Juan Marino, Juan Marino… ¿antes o después?, la voz preguntaba y muchas veces repicaba; a lo que él contestaba: “Antes”.

Así pasó una y otra vez, hasta que a lo lejos ve que una inmensa roca flotaba y él la abordaba.

Cuando Juan estuvo cerca de la costa se puso a gritar para que lo rescataran.

Los pescadores muy humanos a Juan del mar lo sacaron y hasta sus casas lo llevaron, dándole ropa para que se vistiera.

Varios días Juan Marino con los pescadores descansó, y por boca de ellos rápidamente se enteró dónde él se encontraba y lo lejos de El Matal que se hallaba.

Un trecho muy grande tendría que recorrer para llegar hasta Punta Ballena y El Matal y reclamar a su mujer.

Agradeciendo a los pescadores se puso en marcha. Su pelo y barba le habían crecido y su tez ya no era la misma, eso le ayudaba para que suegro no lo reconociera cuando él hasta la hacienda llegara.

Llegando hasta la gran hacienda, Juan Marino pidió trabajo y hasta su suegro se acercó, este no lo reconoció, por eso el trabajo le dio.

Una faena debes realizar, pintar toda la pared de la casa y un gran mural debes colocar. Juan comenzando a trabajar una obra de arte iría a ejecutar, en ella reflejaría todo lo vivido en Punta Ballena y El Matal.

Pintó desde que él llegó hasta que conoció a su gran amor; en ella también se narraba el barco y la proeza de robarse a su amada y la fortuna que él almacenaba, hasta el naufragio y el rescate que pasara.

Viendo esta obra de arte el gran hacendado que no reconoció a Juan Marino, le dijo:” Pídeme lo que tú quieres y yo te lo daré”. Juan Marino una sola cosa le pidió: “Deme la mano de la viuda en matrimonio, solo eso quiero yo”, lo que el hacendado con gusto aceptó.

Hasta los oídos de Nereida llegó la noticia, que el padre la iba a casar con un hombre desconocido que pintó un bello mural.

Con su pena y todo, un a cita ella pidió, con su futuro marido ella dialogó.

Cuando lo miró enseguida ella lloró, recordando a su amado que por la borda su padre lo botó.

En eso Juan Marino se rió y le dijo: Mírame, Juan Marino soy yo. Gracias a tu amor y al amor que le tienes al mar, él me fue a rescatar, mandándome una inmensa roca para en ella flotar.

Y así los dos se fueron a casar, disimulando que no se conocían para que el suegro no vaya a sospechar.

El padre jamás se enteró que su hija con Juan Marino la iba a casar.

Juan Marino a Nereida al mar siempre la llevaba, y junto al mar amor eterno se juraban.

Con la bendición del mar, Juan Marino y Nereida se amaron y los habitantes de El Matal y Punta Ballena por muchos años recordaron a la pareja que con la ayuda del mar se enamoraron.

 

  Cien leyendas y cuentos de la campiña manabita, Taller Gráfico, 2013

 

Portada:
Punta Ballena, Manabí, Ecuador.

 

Visitas

003371420
Today
Yesterday
This Week
Last Week
This Month
Last Month
All days
172
2170
10511
3343550
38808
60816
3371420

Your IP: 185.191.171.8
2024-04-18 00:53

Contáctanos

  • homeLa autora Dorys Rueda, 13 de Febrero del 2013.
  • mailelmundodelareflexion@gmail.com
  • mapOtavalo, Ecuador, 1961.

Siguenos en